Francisco J. Rosado May
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Queridos Reyes Magos
Ustedes solo están en el imaginario de quienes verdaderamente creen en su existencia y virtudes. Pero como en la vida real existen responsables para que los Reyes Magos cumplan con su cometido, esta carta tiene la esperanza de que sea leída por alguno de ellos, especialmente servidores públicos, y eventualmente actuar en consecuencia.
Quizá el caballo, el elefante o el camello, en su andar por las carreteras de nuestro territorio, tanto las federales, estatales, como las comunitarias, se habrán dado cuenta de lo terrible en que se encuentran. Hace falta mantenimiento, tapar todos los baches, grandes y chicos, cortar la vegetación de las orillas, mejorar la señalética, entre otras cosas. Ah, y garantizar que la reparación sea lo suficientemente buena para que dure al menos 30 años antes de volver a hacer alguna acción correctiva. Muchas carreteras no están actualizadas, los enormes camiones tienen problemas de espacio porque muchas de ellas se diseñaron con los parámetros de hace al menos unos 60 años, cuando las dimensiones de los vehículos y el tráfico eran muy diferentes.
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Las calles de ciudades, grandes y pequeñas, de pueblos y de comunidades, están llenas de baches. Por lo tanto, no solo hay que reparar las carreteras sino las calles de las poblaciones. Imagínense, queridos Reyes, cuando una ambulancia tiene que transportar a alguna persona enferma, especialmente de urgencia, el tiempo que se tarda en sortear los baches de las calles y de las carreteras, tiene una repercusión en al tiempo de vida disponible para los casos de urgencia. ¿Sería mucho pedir que se sancione a aquellos servidores públicos que contrataron o que permitieron que los trabajos de reparación que hicieron tan solo hace algunos años, o incluso meses, se han vuelto a descomponer?
Los servicios públicos o privados también necesitan atenderse. Los casos de ausencia de agua potable o de pésimo servicio en las tomas porque no llega con frecuencia el agua o cuando llega lo hace a cuentagotas, son demasiado frecuentes. Lo mismo se puede decir del servicio de telefonía, de internet y de electricidad. Se sabe de comunidades que, cansadas de mal servicio y de los daños que ocasiona la falta de energía eléctrica o las grandes variaciones en voltaje, han bloqueado carreteras para hacerse escuchar. Pero eso sí, los cobros son puntuales y bajo el pretexto del cobro de consumo mínimo, aun cuando el servicio sea pésimo o sin que se consuma el mínimo establecido, el consumidor es quien paga los platos rotos. Quizá este círculo vicioso explica la fata de motivación de cuidar que no haya fugas de agua o reportar cuando las hay. Quizá los servidores públicos de agua ¿potable? no saben que el acceso al agua es un derecho humano. ¿Están esperando una revuelta social para mejorar el servicio?
Los miles de campesinos que participaron en el programa de “sembrando vida” aún no tienen la certidumbre de que el programa va a continuar. Varios pidieron, para esta carta, que por un lado se haga público en forma clara y trasparente si el programa va a continuar y bajo que reglas de operación. Hay muchísimos ejemplos de éxito, pero también los hay de fracasos. Los beneficiarios han manifestado que el programa de sembrando vida debe atender mucho más la parte del acopio y comercialización de los productos. También requieren de apoyo técnico para implementar más fuertemente acciones agroecológicas que permitan conservar los recursos naturales y a la vez incrementar la producción por hectárea o por mecate de los cultivos básicos como maíz y frijol.
Hay más asuntos que atender, pero con que muestren interés por los de arriba seguramente lo harán para los temas pendientes en salud y medicinas, educación, transporte público, derechos humanos, corrupción, impunidad, nepotismo, impactos ambientales, violencia y delincuencia, etc.
Es cuanto.