Hasta donde sabemos, Morena sigue siendo un partido de izquierda.
La última confirmación llegó con la foto grupal en la cumbre del G-20: la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, posando con Gustavo Petro (Colombia), Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil) y Gabriel Boric (Chile), todos íconos de la izquierda.
Pero en Quintana Roo, donde Morena gobierna también en lo local, parece que estamos ante una izquierda… digamos, bastante peculiar.
Aquí, la izquierda es sorprendentemente amigable con las empresas globales, algunas con fama de depredadoras, al mismo tiempo que es bastante distante de los trabajadores y muy cercana a los líderes sindicales “charros” que alguna vez florecieron bajo el PRI.
Para sumar rarezas, mientras en lugares como Ciudad de México o Tabasco la izquierda guinda presume cierta coherencia, en el Caribe mexicano gobierna una mezcla curiosa: expriistas, expanistas, pero casi ningún experredista. Aunque, el exlíder del PRD, Jorge Aguilar Osorio, es la excepción que confirma la regla.
Y por si fuera poco, nuestra izquierda local parece tener una especial cercanía con la élite católica.
Quizá, en realidad, no tengamos izquierda. Solo una amalgama gobernante con envoltura guinda.
Aunque, siendo sinceros, ¿Quién necesita ideologías cuando el pragmatismo parece insuperable?