En el morenismo local, no todo es color de rosa ni suena tan dulce como los trinos de las avecitas de Blancanieves.
Según los enterados, la militancia es una olla de presión.
El mayor reclamo es que, a dos meses de la instalación de los “nuevos” ayuntamientos, los morenistas puros (y semipuros) han quedado relegados a cargos de segunda o tercera fila.
Pero eso no es todo: también hay descontento por la desatención a la militancia en los municipios, tanto de la líder formal, Johana Acosta, como del líder de facto, Jorge Sanén.
Dicen que estos líderes aparecen solo en actos partidistas en Cancún, mientras que en el resto de los municipios ni en cuenta. Lo peor es hasta los han dejado plantados.
Quizás “la culpa” no es de los líderes, sino de los militantes, que han permitido la pérdida de espacios.