Hugo Martoccia
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La esperada asunción de Heyden Cebada Rivas como presidente del Tribunal Superior de Justicia del estado, escondió una tensión política que marcó, quizá, el primer cortocircuito de poder entre el gobernador Carlos Joaquín y la gobernadora electa Mara Lezama.
No se trata de un dato menor, pero tampoco de una sorpresa. Desde este espacio se viene diciendo reiteradamente que la tranquila transición entre ambos contiene demasiados elementos potencialmente explosivos. Mara construye su poder lentamente, y Carlos Joaquín intenta retener todo lo que pueda. Es casi la inercia natural de quien deja el poder y se aferra a lo que va perdiendo. Nada sorpresivo, como ya se dijo.
Pero este caso tiene un elemento especial. La probable incorporación del gobernador al gabinete de Andrés Manuel López Obrador hace que el aún mandatario se sienta cerca del poder y sienta también, quizá, que nunca lo perderá; al menos no totalmente. Si eso será o no un problema para Mara, lo veremos en breve. Pero ya generó el primer encontronazo entre ambos.
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EL CONTEXTO
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Desde noviembre pasado, cuando el propio Carlos Joaquín, en un acuerdo con Mara, propuso a Heyden Cebada como magistrado, el camino era claro: a Heyden le tocaría conducir el Poder Judicial durante el marismo inminente.
En las semanas previas a la elección del presidente del TSJ, Mara entendía que su único conflicto podía ser interno. El magistrado del Tribunal, Carlos Lima, fue un operador electoral fundamental del 5J (como se explicó aquí mismo) y esperaba como retribución la presidencia del TSJ.
Hace algunas semanas le avisaron que eso no sucedería, y había ciertas dudas con respecto a su posición con este tema. Incluso, hubo algún movimiento mediático contra Heyden que se atribuyó a Lima. El magistrado tiene influencia sobre un grupo de pares, que podían generar algún ruido interno. Pero nada de eso sucedió.
Por eso fue tan sorpresiva la evidente operación política y mediática desde el Gobierno del estado que se dio en la última semana, para que Heyden no fuera electo.
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DE OPERACIONES Y COSAS PEORES
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Para la visión de Mara, hubo casi “rudeza innecesaria” en la operación política y de prensa que se armó para que Heyden Cebada no quedara como presidente del TSJ. Había un acuerdo y no tenía porqué ponerse en duda, cree la gobernadora.
A Mara le sorprendió la inesperada “vocación democrática” de un sector de la clase política ligada al mandatario estatal, así como de cierto periodismo local: justo ahora, a días de su asunción como gobernadora, se dieron cuenta que el Poder Judicial debe ser independiente y no debería quedar en manos de alguien cercano al Poder Ejecutivo. Ninguno recordó eso durante los seis años de neojoaquinismo.
Otros, también, recordaron la importancia de la equidad de género, y aludieron a la necesidad de que una mujer presidiera el TSJ. Otra vez; una inesperada “conciencia de género” que casi no existió en el sexenio que se agota.
Pero no había ninguna inocencia en esas propuestas. La operación apuntaba a que, de cualquier manera, Heyden no quedará al frente del TSJ, y se proponían dos opciones “intermedias”: que se mantuviera como presidente Gustavo Adolfo del Rosal, o que quedara la magistrada Dulce Balam Tuz.
El problema es que las “opciones intermedias” eran de Carlos Joaquín.
La magistrada Dulce Balam, por ejemplo, fue parte de la primera terna al TSJ que Carlos Joaquín presentó en su sexenio, y es alguien muy ligada al gobernador y a su grupo político. En su paso por la justicia civil, tuvo muchas actuaciones que ayudaron a Carlos Joaquín en su época de alcalde de Solidaridad y más allá, tanto en su vida política, como en su vida personal y comercial.
O sea, no se quería un TSJ independiente ni una reivindicación de género: simplemente se quería que la presidencia quedara en manos de Carlos Joaquín. Así de simple.
Por supuesto, el gobernador negó la autoría de esa operación. Pero todo ese movimiento tuvo actores mediáticos (además de los políticos) muy identificados. Y Mara sabe cómo opera ese esquema.
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LOS ESTERTORES MONETARIOS DEL NEOJOAQUINISMO
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El origen de una parte de esta operación es muy parecida al peor pasado del estado.
Con los últimos jirones de recursos públicos que le quedan, el gobernador mantiene un control férreo sobre una abrumadora mayoría de medios de comunicación. La línea que se traza es la misma que utilizaba Roberto Borge: se habla bien del gobernador o no se cobran los convenios ya firmados. A ese nivel político ha caído el neojoaquinismo.
El vocero del gobernador (inmiscuido en un enorme caso de facturación falsa que podría explotar apenas deje el poder) es quien lleva la voz cantante. La segunda “línea de conducta” que aplica ese funcionario a los medios es que se debe operar a favor del gobernador hasta el último minuto. No quieren a nadie respondiendo a Mara por sobre Carlos Joaquín antes de tiempo.
Con esa consigna se movilizaron en algunos medios para bajar a Heyden y poner a alguien de Carlos Joaquín. Pero la operación era evidente, y Mara la descubrió desde muy temprano, porque conoce a los actores y los métodos.
La gobernadora electa se movió rápido y bajó una instrucción inapelable: “Va Heyden y debe ser por unanimidad”. Así sucedió. Todos los magistrados votaron por Heyden, en una clara demostración de poder de la gobernadora.
Se había desactivado, entonces, una operación política un tanto torpe y apresurada que se generó desde el Gobierno del estado. Pero, además, también se generó una leve pero activa sensación de desconfianza en ese cada vez más incomodo acuerdo político entre Mara Lezama y Carlos Joaquín.
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DE DIGRESIONES Y EXPECTATIVAS
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Una digresión. La otra parte de esta historia es si Heyden Cebada tiene los méritos acumulados para ser magistrado y presidir el TSJ. Para algunos no, pero hay que mirar toda la película.
¿Alguien ha leído la lista de magistrados y magistradas que integran el TSJ? Hay algunos que tienen historias inconfesables detrás, y curriculums bastante flojos de papeles. El Poder Judicial de Quintana Roo debe mejorar, nadie lo duda. Pero el camino no era dejar que Carlos Joaquín, que nada hizo durante seis años, mantuviera alguna forma de control sobre ese Poder.
Las expectativas. ¿Qué impacto dejará en la política local este hecho? Difícil de predecir. Este espacio ha manifestado con claridad que cree que la permanencia política de Carlos Joaquín es una mala señal para Mara Lezama.
Lo que sucedió en el TSJ ya había sucedido con las presidencias del Teqroo y el Idaipqroo, y parece que hay un patrón de conducta en ese sentido, que debe ser tomado en cuenta. Para algunos, son ejemplos de que si Carlos Joaquín queda en Sectur o en alguna posición de poder importante, será un estorbo constante para la gobernadora, operando desde las sombras.
Algo de esa idea empieza a instalarse en la mente de la gobernadora electa. Una vez que concluyó exitosamente la operación política de Heyden Cebada en el TSJ, dijo: “Voy acomodando mis piezas”. Se trata de una muy buena señal luego de algunas semanas confusas.
Ojalá esa frase incluya la decisión de no compartir ningún espacio de poder importante con el gobernador saliente. El inicio del marismo no puede estar teñido con el gris legado del neojoaquinismo.