El panismo local terminó por morenizarse. Si en algún lugar debía haber existido un voto de castigo contra la actual nomenklatura del PAN, era en Quintana Roo. Pero no fue así.
Al contrario, en el Caribe mexicano, Jorge Romero, del mismo equipo de Marko Cortés, obtuvo una votación superior a la nacional.
A nivel nacional, Romero logró un 80.2% frente al 19.8% de Adriana Dávila, mientras que en Quintana Roo la proporción fue de 85 a 15. En el estado, Romero fue respaldado por Reyna Tamayo, mientras que Dávila contó con el apoyo de la disidencia encabezada por Susana Martínez y Mercedes Hernández.
Algo quedó claro durante las campañas: la cercanía, para nada disimulada, de Reyna con el gobierno estatal morenista. En realidad, el panismo local es una comparsa bien sincronizada del cuatroteísmo caribeño.
Pese a todo, el panismo local optó abrumadoramente por el tipo de PAN que representa Reyna Tamayo.
Dentro de unas semanas, el PAN de Quintana Roo elegirá a su próxima dirigente, con Reyna buscando la reelección frente a Susana Martínez.
Los resultados son previsibles, dramáticamente previsibles.
Por lo pronto, quedó demostrado que el grupo dominante del panismo local tiene la máquina bien aceitada, al mejor estilo de Morena.