En el universo de la 4T todo lo que no les conviene simplemente no existe.
Un ejemplo perfecto: el escándalo de Julio Montenegro. A una semana de que el exdiputado morenista protagonizara un bochornoso episodio en un gimnasio del Polígono Sur —donde, entre otros desfiguros, agredió verbalmente a una trabajadora—, el caso sigue flotando en el limbo del olvido.
La denuncia está en la Fiscalía General del Estado (FGE), pero nadie espera que “camine” demasiado.
Pero, sobre todo llama la atención que los órganos disciplinarios del partido, ni los líderes locales han dicho algo al respecto. Ni un tweet, ni un comunicado. Nada.
Y ojo, no estamos hablando de cualquier cosa. La agresión de Montenegro incluyó improperios hacia una mujer, pero en el universo cuatroteísta parece que algunos principios no aplican para los “compañeros”.
¿Dónde quedó aquello de que en Morena no habría privilegios? Al parecer, solo lo ven y lo oyen cuando les conviene.