Alejandro Peza
CHETUMAL.- El caracol chivita, una especie emblemática de la región sur de Quintana Roo y un componente clave en el equilibrio ecológico de la laguna de Bacalar, está experimentando una dramática disminución en su población en los últimos años, reveló el investigador de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), Alberto Jesús Navarrete.
Este molusco de concha blanca, desempeña un papel esencial como parte del equipo de biofiltro que contribuye a la limpieza natural de la laguna, trabajando en conjunto con los manglares y los estromatolitos.
Según Navarrete, en comparación con los datos de 2012, la población de caracol chivita en la laguna ha disminuido en un preocupante 86%. Hace una década, en el punto álgido de su población, se contabilizaron hasta cinco mil 86 individuos en los 15 puntos de monitoreo. Sin embargo, en el recuento de 2022, solo se registraron 283 ejemplares. Esta drástica caída en un período relativamente corto resalta la urgencia de abordar la situación.
“Estamos hablando de que en los sitios actuales (de conteo) la variación es del 14% lo que hay respecto al 2013, sí hay una disminución, obvio, no hay una distribución homogénea de los caracoles, hay una variabilidad espacial”, afirmó.
Uno de los factores que contribuyen a esta reducción es la alta mortalidad registrada en el año 2020, producto de los escurrimientos que trajo la tormenta Cristóbal, que pudo haber arrojado agroquímicos o residuos que abrían afectado a la población. Además, existe la posibilidad de que la extracción de caracoles continúe siendo un factor que afecta negativamente a su población, ya que el molusco suele ser consumido por los pobladores, y el precio por kilogramo ronda los 240 pesos. Además, los cambios en la calidad del agua en la Laguna de Bacalar también se mencionan como otro factor que podría estar influyendo en la disminución de esta especie.
“El cambio que está sucediendo en la laguna de Bacalar, con respecto a la calidad del agua, pudiera ser un factor”, dijo.
También infiere que la construcción de muelles y otros desarrollos turísticos en la laguna podría estar reduciendo los espacios utilizados por el caracol chivita, agravando aún más la situación. En los ecosistemas biológicos, las variaciones suelen ser el resultado de una combinación de factores, y este caso no es una excepción.
“La construcción de muelles implica la remoción, anclaje, esto tiene una proyección hacia la laguna, que pudiera estar reduciendo los espacios que tiene el caracol y pudiera ser un factor adicional a la disminución de la población”, mencionó.
Ante esta preocupante situación, el investigador enfatiza la importancia de difundir información precisa sobre el estado actual del caracol chivita. También, hace un llamado a la colaboración de los diferentes sectores, incluyendo el gobierno municipal, estatal y federal, para proteger este recurso vital. Entre las medidas sugeridas se encuentra la promoción de la protección del caracol entre los turistas y la implementación de un control estricto sobre los desarrollos de infraestructura en la laguna.
Se propone también llevar a cabo una evaluación exhaustiva de la actividad turística, incluyendo el número de lanchas y visitantes, con el fin de evitar perturbaciones en las áreas donde habita el caracol y plantea la posibilidad de establecer vedas de reproducción, tallas o cuotas de captura, pero enfatiza que esto requeriría estudios detallados y la colaboración de todas las partes involucradas para garantizar la preservación de esta especie única y valiosa en la Laguna de Bacalar.