La paranoia del Covid o de repensar el monopolio del turismo en Quintana Roo: la importancia de los expertos
Por Gilberto AvilƩs Tax
La paranoia por el Covid-19 ha puesto en evidencia, con toda su crudeza, la inviabilidad de un turismo saqueador que existe en Quintana Roo y su poco respeto a los derechos de los trabajadores. Son tan cĆnicos estos ābarones del turismoā, que los āturisterosā, las grandes firmas turĆsticas, hasta piden ayuda, vĆa estĆmulos fiscales y condonaciĆ³n de impuestos para ellos, olvidĆ”ndose de los trabajadores.
En el 2009, la derecha gobernaba este paĆs, y a Quintana Roo lo gobernaba la peor clase polĆtica de la historia de este estado, los felixistas. Ese aƱo fue el de la supuesta pandemia de la AH1N1, la gripe porcina. NingĆŗn muerto hubo en Quintana Roo, pero la economĆa, gobernada y mangoneada por los turisteros, mandĆ³ al paro a muchos, a cientos, a miles de trabajadores de las Zonas turĆsticas. Quintana Roo la vio negras en el turismo. La prensa reaccionaria y felixista (muchos de esos criminales de la escritura que hoy inciensan el pensamiento correcto desde los periĆ³dicos de la regiĆ³n), asĆ como la nula clase acadĆ©mica, no dijo nada, no les interesĆ³ para nada el sufrimiento de miles de hombres y mujeres que contribuyeron para el engrandecimiento de Quintana Roo. Hoy, las cosas son distintas: la izquierda a nivel nacional ha fijado una postura firme y de defensa del trabajador. Y, desde luego, la sociedad actual no es la misma de hace 11 aƱos.
Ayer, en un video que subieron a Youtube, el creador de la Xcaret-izaciĆ³n, el magnate Miguel Quintana Pali, presidente de Grupo Xperiencias Xcaret, seƱala que mantendrĆ” las fuentes de empleo en lo que dure la psicosis colectiva por el Covid gringo. Esperemos que este ejemplo se de en las demĆ”s firmas turisteras de este estado, pero lo que me cuentan es que estĆ” sucediendo todo lo contrario: la ocupaciĆ³n hotelera ha caĆdo en 30 y hasta 50 por ciento en algunas zonas, y esto ha dado como consecuencia despidos masivos de personal sin que ninguna autoridad (municipal, estatal, federal), actĆŗe de forma responsable y solidaria con el personal de base de las zonas turĆsticas
En ese sentido, hay que decir que el gobierno federal y estatal, no deben repetir la tragedia que se dio en 2009 con los despidos masivos producidos por el AH1N1. Deben forzar y poner a estas empresas turisteras, a que cumplan con su responsabilidad social en tiempos de crisis: las firmas catalanas, gringas, los xcaretizados y demƔs, han sido los primeros en enriquecerse con las costas, el turismo y el trabajo de miles de mexicanos. Hoy tienen esa responsabilidad social, dar su cuota de racionalidad despuƩs de haberse enriquecido de forma brutal.
Nada de estar favoreciendo a los turisteros y las cadenas hoteleras que en tiempos de bonanza se forran de dinero que no se ve en zonas distintas a la zona turĆstica (la histĆ³rica asimetrĆa regional con que fue construido el estado de Quintana Roo dando impulso solamente al extractivismo turistero de sus costas, excluyendo las zonas de tierra adentro). Ahora, estos criminales amagan con que, si no les dan estĆmulos fiscales y condonaciĆ³n de impuestos, van a despedir o cerrar. Que el Estado expropie esas firmas. Es cinismo puro lo que sucede en Quintana Roo recrudecido con el silencio de una clase polĆtica servil a los turisteros y con informaciĆ³n aviesa de la prensa vendida y oficialista.
ĀæYa es tiempo de decir que el monopolio del āparadigma turĆsticoā es nocivo para Quintana Roo?
ĀæCĆ³mo cuidar el destino turĆstico de Quintana Roo? FĆ”cil: Vigilar que las firmas turisteras no despidan a ninguno solo de los trabajadores de las zonas turĆsticas, y que les den salarios Ćntegros el tiempo que sea necesario. Es intervenciĆ³n del Estado en esto, hacerse cargo realmente de la economĆa regional y no permitir la volatilidad en todos los rubros. Y, ademĆ”s, ya es tiempo que se repiense la economĆa regional de este estado, tan mono dependiente del turismo y sus vaivenes producido por contingencias ambientales, sanitarias y sociales.
Ya han comenzado los despidos masivos en las zonas turĆsticas, y en Mahahual hace unos dĆas, 200 personas del sector turĆstico que trabajan para el arribo de cruceros y servicios, perdieron sus fuentes de trabajo. Se han visto filas y filas de autobuses regresando a sus lugares de origen de Oaxaca, Tabasco y Chiapas, a trabajadores de la construcciĆ³n que han perdido sus empleos.
Se ven focos rojos, y tremendos boquetes, en la industria sin chimeneas de Quintana Roo; los gringos, su mayor mercado, tal vez no vengan, hay cancelaciones sobre cancelaciones en la ocupaciĆ³n hotelera. Hay una tos de perro pekinĆ©s en las ābondadesā del turismo en el estado.
Ese es el turismo depredador, extractivista, que desconoce los derechos laborales, los mĆnimos derechos laborales, y cuando existe una contingencia ambiental, sanitaria o climĆ”tica, los mĆ”s majados son sus trabajadores que no cuentan, la mayorĆa, con la seguridad laboral. En tiempos de la AH1N1, este turismo extractivista, conquistador, dejĆ³ ver su peor cara al mandar a cientos, miles de hombres y mujeres, al paro, y la clase polĆtica (local y nacional) le importĆ³ bien poco esta situaciĆ³n.
ĀæPosibilitarĆ” el Coronavirus una relectura de la economĆa regional quintanarroense, estamos dispuestos desde la academia para contribuir a esta necesaria crĆtica al turismo sin asideros, pensando en otras vertientes regionales? Y no se me mal entienda, no abogo por el regreso utĆ³pico a una milpa que ya no da, pero sĆ a formas mĆ”s sustentables y humanas que posibiliten el reforzamiento no solo de las firmas turĆsticas, sino de los pueblos. ĀæPondremos al fin el desarrollo endĆ³geno, comunitario, en primera fila? La palabra clave es diversificar la economĆa de este estado.
El miedo y la paranoia por el coronavirus propalado por la derecha mexicana
Recientemente Noam Chomsky, el filĆ³sofo anarquista estadounidense, apuntĆ³ que āel recurso del miedo, empleado por los sistemas de poder para disciplinar a sus poblaciones ha dejado un horrible rastro de sangre derramada y dolor que, a nuestra costa, ignoramosā.
Pilar Gonzalbo Aispuro, historiadora del Colmex, es la que mĆ”s sabe de estas histerias colectivas con que los detentadores del poder propagan el miedo para inmovilizar a las sociedades y, por supuesto, para exprimir a las clases trabajadoras (aparte es el virus gringo creado por Washington que, en zonas cĆ”lidas como MĆ©xico, se hace menos letal). Toda la derecha criminal de LatinoamĆ©rica ha actuado como siguiendo el libreto del shock, del pĆ”nico: bombardear con imĆ”genes apocalĆpticas a una sociedad desinformada, a una sociedad que estĆ” siendo estresada. Dice Gonzalbo sobre estos miedos creados, que nos puede servir para interpretar tanta imbecilidad que corre en estos tiempos de globalismo sin cuartel:
“No sĆ³lo tratamos de miedos culturales sino que destacamos algo fundamental, apreciable en los miedos colectivos: las consecuencias de los sentimientos de temor, miedo o angustia, con fundamentos reales o ficticios, sobre las formas de comportamiento y de relaciĆ³n de los individuos que vivieron en diferentes Ć©pocas. Las consecuencias pudieron ser un cambio o un reforzamiento de conductas colectivas que con frecuencia redundaron en beneficio de ciertos grupos, y por ello hablamos de los usos: los miedos pudieron ser usados y resultaron Ćŗtiles para alguien. En todo caso siempre han servido como de quienes se sintieron amenazados para justificar el uso de la violenciaā.
Lo cierto que, si bien tenemos que extremar medidas de precauciĆ³n, recurrir al distanciamiento social y lavarnos constantemente las manos, no podemos permitir que, en una sociedad, en cualquier sociedad, los mecanismos de la concordia, del derecho y la civilidad se evaporen por tanto miedo creado por las derechas nacionales, regionales y hasta municipales. Es un hecho cierto que el virus, al parecer, no es tan letal en zonas tropicales y calientes del mundo, como es MĆ©xico y la mayor parte de AmĆ©rica Latina, donde el virus al parecer se vuelve mĆ”s lento que de costumbre. Del mismo modo, el distanciamiento se hace mĆ”s necesario; y frente a la desinformaciĆ³n que ocurre en redes y hasta en posturas partidistas e ideologizadas, habrĆa que apostar por una mayor presencia de los expertos en estos temas, como recientemente nos lo ha seƱalado Federico Navarrete: urge la restauraciĆ³n de la figura de los expertos, de la ciencia dura, a condiciĆ³n de popularizarla y tender puentes de diĆ”logo constante con una sociedad a la que igual le corresponde ser partĆcipe de informarse de forma adecuada y cientĆfica. La restauraciĆ³n de la figura de expertos, en tiempos de la postverdad mediĆ”tica:
āSignifica reconocer los conocimientos y las relaciones que los biĆ³logos, mĆ©dicos y bioquĆmicos han construido a lo largo de decenios con este tipo de seres que llamamos virus y su capacidad mayor de interactuar con ellos. Al mismo tiempo, implica exigir a estos expertos que nos hagan partĆcipes de estaS negociaciones y no sĆ³lo meros receptores de verdades digeridas e incuestionables, como pretende un esquema obsoleto de la divulgaciĆ³n cientĆfica. Por el contrario, esta conversaciĆ³n implica que la informaciĆ³n fluya de manera constante, que los expertos no sĆ³lo nos compartan lo que ya saben del patĆ³geno, pero tambiĆ©n lo que ignoran y lo que los sorprende. TambiĆ©n se trata de que los expertos escuchen a otros actores, como grupos sociales que tienen problemas y demandas particulares en relaciĆ³n con la epidemia, humanistas y artistas que tambiĆ©n pueden aportar de manera creativa a la conversaciĆ³n, y ciudadanos que demandan no sĆ³lo certezas sino sobre todo garantĆas (frente a un estado que ha sido crecientemente incapaz de proveerlas). TambiĆ©n necesitamos que los polĆticos y comentaristas sean capaces de disciplinarse y ver mĆ”s allĆ” de su interĆ©s y su agenda particulares para reimaginar, si fuera posible, lo que puede ser la solidaridad y el bien comĆŗn en tiempos de epidemiaā.
A todos, como sociedad, nos compete estar informados, estar al pendiente, no contribuir con ideas de pĆ”nico, no enviar y recibir informaciĆ³n basura. Y esta actitud deseable del ciudadano debe estar drenada y enriquecida por la mirada de los expertos, en un clima abierto de conversaciĆ³n clara y necesaria. ĀæPero cĆ³mo podemos ver reflejado esto, cuando nos percatamos de que muchos de nuestros ciudadanos, oscilan entre el pensamiento mĆ”gico, la ignorancia de derechos y la informaciĆ³n chatarra? Lo que deja ver esta paranoia actual del Covid, en algunos ayuntamientos de la PenĆnsula, son instituciones dĆ©biles (ayuntamientos para nada democrĆ”ticos y sĆ autoritarios), y sociedades fragmentadas y desconocedoras del discurso del derecho.
[1] āCiudadanas, polĆticos y expertosā. Federico Navarrete. En https://cosmohistoria.wordpress.com/2020/03/21/ciudadanas-politicos-y-expertos/