Comenzamos…
“La política es un circo.” Es una frase que no tiene objeción alguna.
“Si quieresa alguien conocer, dale poder.” Es otra frase que complementa a la anterior.
Y la política, la del bajo mundo que nos inunda de sargazo, es la de la peor calaña.
Pero todo tiene una explicación. Someramente, digamos:
El ser humano es un “animal político, que vive y convive con sus semejantes, pero está en su naturaleza dominarlos, imponer su visión y sus intereses personales, al punto de aplastarlos, para controlar sus vidas.
Por ello, luego de un largo proceso histórico, Montesquieu llegó a la conclusión que era fundamental dividir al poder para que no se concentrase en una persona o en varias. La división de poderes es un paso fundamental para la democracia, que, hasta la fecha es la mejor forma de gobierno. Pero… es una forma sumamente imperfecta. Como decía Winston Churchill: “la democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás que se han inventado.”
Tratándose de países subdesarrollados como el nuestro, las imperfecciones del sistema democrático y económico son lacerantes, por la situación de pobreza extrema en que viven millones de personas, que son utilizadas políticamente. Prácticamente no hay cultura política y se vota por “espejitos”.
Aparte, venimos de un sistema de partido hegemónico, donde el PRI entraba hasta la cocina de muchos sectores de la población: “no había de otra sopa”.
La supuesta alternancia en el poder del 2000 sólo fue una quimera, al igual que todos los gobiernos posteriores. Se gobierna (en todos los niveles) para imponer una visión de país, Estado o municipio y, en términos generales, para colgar y descolgar los dineros públicos que, como arte de magia circense, se convierten en privados.
Son los recovecos del poder, aquellos donde pones una zanahoria y levantas el sombrero y aparece un pequeño y gentil conejito blanco, como la suerte de los que detentan algún cargo de representación popular o son funcionarios de primer nivel. Y los demás se enfurecen, mientan madres y truenan hacia sus adentros, pero aplauden. Y son aplausos largamente ensayados en ciclos sexenales, y ello es entendible, dado que muchas personas comunes como ud o como yo, temen por su empleo, o tienen miedo a que les avienten a los de fiscalización del municipio que seguramente, bajo cualquier pretexto o truco, les cerraran sus changarros.
Es un círculo vicioso.
Y hay que romperlo. De ahí, que empezamos esta columna denominada “Sargazo político”, cuyo nombre se explica por sí mismo. La política está repleta de sargazo, y hay lodo por todos lados. Hay que palearla y palearla para hacer a un lado tanta mugre.
Aquí daremos nombres y apellidos de esos magos, que, por sus virtudes comunicativas, elevados dotes histriónicos o simple suerte que, a veces llega cuando tu cuate esta “arriba”, están en ese rango, ya sea en un partido político, fuente de desdichas para unos, y dichas para otros, o en algún cargo de alto nivel y de cualquier orden. Los saltimbanquis no sólo están en los circos.
Hay que dejar de aplaudir y exigir.
Con ello, Noticaribe Peninsular cumple la función que socialmente le corresponde.
Ustedes lectores, tienen la última palabra, que podría ser la última aplaudida sin ton ni son.
Al rato comenzamos con un tema del Municipio de Puerto Morelos, donde el sargazo está arribando a montones. Blanca Merari Tziu Muñoz lo está acumulando, y a montones…
Ni modos, a trabajar largo y tendido…