Por Jorge González Durán/ESPECIAL
Ojalá Emiliano Ramos pase la Navidad en su hogar, con su aguerrida y apreciada familia.
Yo no soy amigo de Emiliano ni coincidí con sus posturas políticas, particularmente cuando fue diputado por el PRD en la primera mitad del sexenio de Carlos Joaquín. Critiqué su tarea como legislador local, que no es el caso repetir.
En cambio si soy amigo de su papá, Salvador, desde hace casi medio siglo. Y conozco a doña Blanca, su mamá y a su hermano Alejandro.
No conozco al detalle los intríngulis de la disputa legal que tiene con su ex esposa, actual diputada local por Morena. En realidad, si he de ser franco, es un tema que no ha ocupado mucho mi atención, porque ingenuamente pensé que se arreglaría por la vía de la conciliación.
Emiliano hizo una huelga de hambre que colapsó su salud, motivo por el cual fue internado de urgencia en un hospital, del que afortunadamente ya fue dado de alta.
Pero he visto en las redes sociales a Emiliano con grilletes en los pies y esposado aun estando en silla de ruedas; he visto el dolor de sus padres y y el llanto de sus hijas. Y eso si me conmueve.
Salvador vivió una historia de persecución y cárcel durante el gobierno de Mario Villanueva. La muerte lo rondó. No exagero al decir esto. Porque cuando asuntos políticos se dejan en manos de policías puede ocurrir lo impredecible. Recordemos el trágico caso del también líder sindical El Charras, que en febrero de 1974 fue torturado, secuestrado y asesinado por policías a las órdenes de Carlos Loret de Mola, entonces gobernador de Yucatán.
Mario Villanueva me dijo que quiere pedirle perdón públicamente a Salvador. Yo seré testigo.
Hace ya tres décadas, estaba yo en la Cdmx colaborando en el vespertino La Tarde, que dirigía mi amiga y comadre Lilia Arellano, cuando Salvador, que andaba a salto de mata, me envío a través de Andrés Nuñez, uno de sus leales de entonces, en un café de la biblioteca de Bucareli, un archivo periodístico de esos hechos que ya son parte de la historia política de Quintana Roo. Ya le entregaré esos papeles que hace poco aparecieron ocultos entre mis libros
Ojalá que el juicio de Emiliano siga su curso en la modalidad de prisión domiciliaria, o como se llame, en tanto viene una sentencia justa. Nada más. Es la opinión y el deseo de un amigo de sus padres.