Hugo Martoccia
La decisión que tomó la gobernadora Mara Lezama de pedirle la renuncia al Fiscal Óscar Montes de Oca (que se concretará la próxima semana) implica, naturalmente, nuevos rumbos en lo político y en el Gobierno. No será la única decisión fuerte que tomará en estos días Mara para ordenar la administración. Y tampoco será la última que tome para desactivar los resabios del neojoaquinismo en su Gobierno. Pero también ya hay quien entendió que en ese proyecto de reestructuración se debe incluir, como una derivación natural, la elección de Solidaridad de 2024.
El análisis es el siguiente: la salida del Fiscal sería la primera señal verdadera y profunda de un quiebre en la relación política de Mara y Carlos Joaquín. Nadie dice que haya oído una pelea entre ambos. Pero sí son varios los testigos de cómo Carlos Joaquín peleó en su momento (hasta con palabras altisonantes) la permanencia del Fiscal y de Alberto Capella en el Gobierno de Mara. Por lo tanto, la salida de Montes de Oca le ha generado un gran enojo.
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Una digresión. El ex gobernador no peleaba esas posiciones porque estuviera preocupado por la seguridad del estado (nunca lo estuvo; es evidente) pero tiene en esos ámbitos intereses de índole “comercial”, para llamarlo de alguna manera. La salida del Fiscal desprotege esos intereses.
Volviendo al análisis anterior. La Fiscalía era, sin duda, la posición más poderosa del ex gobernador en el actual quinquenio. El ex mandatario tiene aún algunas posiciones gubernamentales que se le atribuyen, pero varias de esas relaciones, la verdad, ya están resquebrajadas o apagadas por su natural indolencia, y su desentendimiento hacia las cuestiones que atañen a los demás.
Lo que realmente queda de aquel poder está en Playa del Carmen. El neojoaquinismo residual se ha atrincherado alrededor de la alcaldesa Lili Campos, que es hoy el mayor problema opositor que tiene Mara en el estado. Parte de ese grupo le hizo la vida imposible a Mara como alcaldesa de Cancún (léase, Juan de la Luz Enríquez y su equipo de comunicación y campañas negras).
Luego entonces, desactivar ese centro de poder es algo fundamental para la construcción del estado que Mara quiere, que incluye, por supuesto, no permitir la sobrevivencia política de esos actores, y no tener ningún nubarrón en el proceso de sucesión que inicia en 2024 y culminará en 2027.
¿Cómo se logra eso? Hacer que la 4T gane la elección de 2024 en el municipio. Por eso, la salida del Fiscal, para quienes ven este escenario, es apenas el inicio de un proyecto que se ramifica hacia otros espacios, y que incluye el rompimiento con el neojoaquinismo y el control político de todo el estado.
LA OPCIÓN LILI
La otra cara de esta moneda es Lili Campos. La alcaldesa de Solidaridad se ha consolidado desde hace ya un año, luego de un inicio irregular, y mueve su gobierno a un ritmo que de alguna manera copia a la 4T; sus programas sociales no son distintos de los de cualquier municipio morenista.
Cuenta con una generosa caja de recursos que le permite mantener la relación con la sociedad, generar obras públicas y aceitar la maquinaria electoral para cuando haga falta.
Del lado negativo, hay quienes dicen que justamente lo que más le resta es la proliferación de neojoaquinistas a su alrededor. Los que ven esas debilidades, avanzan sobre el gobierno municipal. No es gratuito que esta semana la propia Lili denunciara una guerra sucia en su contra ante la inminencia del proceso electoral. Lo más seguro es que ese estado de conflictividad se incremente a medida que pasen las semanas, y el municipio se convierta en el blanco de todos sus opositores.
Pero más allá de eso, la realidad es que la propia Mara reconoce que la tarea electoral en Solidaridad no es fácil. El lopezobradorismo es allí la fuerza más poderosa. Pero ese heterogéneo grupo electoral no encuentra aún candidatos a su medida. Y no es una percepción; son los datos que Mara tiene en su escritorio.
En contraparte, hoy, los datos en el cuarto de guerra de Lili le aseguran que puede ganar la reelección en 2024.
LOS OTROS DATOS
Del lado de la gobernadora hay quienes ven el vaso medio lleno. Dicen que más allá de lo que Lili pueda o no hacer desde el Gobierno para su reelección, está acompañada de partidos que no le aportan nada, y que deberá enfrentar ella sola una avalancha de votos lopezobradoristas en 2024.
Según esa versión, Lili sólo se tiene a sí misma, mientras las 4T va a sumar una candidatura a la Presidencia de la República ganadora; una candidatura a diputación federal del distrito muy fuerte, y además cuatro diputaciones locales que van a estar vinculadas a Solidaridad (por la nueva distritación) y que seguramente ganará MORENA. Esa sería la avalancha de votos que haría imposible un triunfo de Lili.
¿Es tan así?
En el equipo de Lili responden: MORENA puede ganar todo lo demás, pero en el municipio no tienen un candidato fuerte, y la elección del municipio es la más cercana a los ciudadanos y es diferente a todas. Allí ganará la alcaldesa, aseguran.
GANAR TODO O PACTAR TODO
Ahora, con los dos puntos de vista en la mesa, hay que entender en toda su magnitud lo que significaría para Mara que Lili gane su reelección: inmediatamente nacería una candidata a la gubernatura en 2027. Una muy mala noticia para su sucesión.
La pregunta es, entonces ¿Permitirá eso Mara?
La gobernadora ha bajado varías veces la línea de que en 2024 quiere ganar todo. Lo que hay que tener bien claro es qué incluye ese “ganar todo”, porque hay versiones diversas.
Unos dicen que es una cuestión matemática; o sea, ganar la elección de Presidencia, el Senado, las 4 diputaciones federales, los 15 distritos locales y los 11 ayuntamientos. Literalmente, todo.
Otros dice que el “ganar todo” incluye muchos acuerdos intermedios que desdibujan un poco la construcción del marismo. En ese contexto se preguntan cómo va a gestionar Mara sus acuerdos políticos en el ámbito electoral, y a dónde entra en ese acuerdo Carlos Joaquín.
Para decirlo en palabras simples: varios aún aseguran que los acuerdos políticos con Carlos Joaquín incluyen Solidaridad, y que eso no cambiará con la salida del Fiscal. La pelea de Solidaridad, dicen, es entre Carlos Joaquín y Jorge Emilio González Martínez. O sea, Lili Campos y Estefanía Mercado. En ese mundo ideal, Mara no debería meterse a esa batalla.
La verdad es que es difícil saber lo que se pactó antes del 5 de junio de 2022, cuando Mara ganó la elección a gobernadora con el 57% de los votos. Lo que no es difícil de adivinar es que alguien con la voluntad de poder de la gobernadora no va a mirar desde afuera una elección como la de Solidaridad, y mucho menos cuando atañe a su sucesión.
En ese sentido, la drástica caída del Fiscal parece decir muchas cosas de la política local. Un aliado estratégico de la gobernadora lo explica con palabras simples, y hace referencia a la relación Mara-CJ: “Esa relación está rota; no hay vuelta atrás. Sólo hay que esperar cómo se da el desenlace”.
Quizá ese desenlace ya ha comenzado.