Sí, habría algo peor para un político que terminar en la cárcel: no dejar un legado.
Este es el caso de Carlos Joaquín González, quien se vendió como el “cambio” y terminó siendo más de lo mismo.
Este miércoles, la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le puso fin a las esperanzas de la “carlosjoaquinista” Kira Iris de regresar como regidora en el Ayuntamiento de Solidaridad (Playa del Carmen).
Esa posición era prácticamente el último reducto del “carlosjoaquinismo”, cuyo feudo principal fue el municipio de Solidaridad y teniendo como heredera principal a Lili Campos. Sin lograr la reelección bajo las siglas del PAN-PRI, la ex Alcaldesa decidió no ser regidora y dejó su silla a Kira Iris, su brazo derecho.
El PAN-QR le dio el “caderazo” a Kira Iris en los tribunales, y Lili Campos prefirió cambiar de camiseta y ahora aparece en la 4T como asesora en la Cámara de Diputados con el poderosísimo Pedro Haces.
Y ya, del “carlosjoaquinismo” solo quedan algunos memes en las redes sociales.
Por si fuera poco, la alcaldesa morenista de Playa del Carmen, Estefanía Mercado, ya comenzó a señalar actos de corrupción en excolaboradores de Lili Campos, quienes, por cierto, también son “carlosjoaquinistas”.
Mientras tanto, el propio Carlos Joaquín se aferra a su papel de embajador de México en Canadá, una recompensa que parece ser el premio a su “colaboración graciosa” con la 4T cuando era gobernador panista. ¿La intención? Buscar impunidad transexenal.
Pero ni Mario Villanueva ni Roberto Borge tuvieron un desenlace tan lamentable como el de Carlos Joaquín.