Redacción
CIUDAD DE MÉXICO.- La Flor de Nochebuena (Euphorbia pulcherrima), originaria de México, ha trascendido fronteras para convertirse en un símbolo universal de las festividades navideñas. Conocida en náhuatl como cuetlaxóchitl, que significa “flor que se marchita”, ha estado presente en rituales, jardines y altares desde tiempos prehispánicos.
Este legado se ha mantenido vivo a lo largo de los siglos y hoy adorna millones de hogares en el mundo.
En su hábitat natural, la Nochebuena crece en barrancas húmedas y sombreadas de bosques tropicales, como los que se encuentran en Guerrero, Morelos y Chiapas. Las poblaciones silvestres, que se distribuyen desde el norte de México hasta Guatemala, florecen en los meses de invierno, momento en el que sus brácteas adquieren el característico color rojo que las hace inconfundibles.
Su asociación con la Navidad comenzó en el siglo XVII, cuando frailes franciscanos la utilizaron para decorar los belenes en Taxco, Guerrero. En 1828, el diplomático estadounidense Joel Roberts Poinsett llevó esquejes de la planta a Filadelfia, donde rápidamente se popularizó y comenzó a ser conocida como poinsettia. Desde entonces, su cultivo se ha extendido por Europa, Asia y América, convirtiéndola en el segundo ornamento floral más vendido en el mundo, solo detrás de las orquídeas.
La biodiversidad en riesgo
Investigadores del Instituto de Biología de la UNAM han identificado 16 variantes genéticas de Nochebuena en México, adaptadas a distintas condiciones ambientales como frío y humedad. Sin embargo, solo dos de estas se utilizan para desarrollar cultivares comerciales. Esta limitación reduce la riqueza genética disponible, un recurso valioso para mejorar la planta en términos de resistencia a plagas, sequías y temperaturas extremas.
Laura Trejo Hernández, especialista de la UNAM, destaca que la diversificación genética ofrece beneficios económicos significativos, ya que permite producir plantas más robustas y disminuir los costos de producción. A pesar de esto, la conservación de las poblaciones silvestres enfrenta serias amenazas. Solo el 30 % de estas se encuentran en áreas protegidas, mientras que el cambio de uso de suelo y la deforestación siguen poniendo en peligro su hábitat natural.
Producción nacional e impacto global
México produjo más de 16 millones de plantas de Nochebuena en 2020, siendo Morelos, Michoacán, Puebla y la Ciudad de México los principales estados productores. Esta industria genera 3,500 empleos directos y más de 7,500 indirectos durante la temporada navideña. A nivel mundial, Estados Unidos lidera el mercado con ingresos superiores a los 250 millones de dólares anuales, seguido por países europeos como Alemania y Holanda.
Aunque la Nochebuena es originaria de México, la mayoría de las patentes de cultivares pertenecen a empresas extranjeras. Esta realidad pone en desventaja a los productores nacionales, quienes enfrentan una competencia desigual en los mercados internacionales. Trejo Hernández enfatiza la importancia de proteger el germoplasma mexicano y fomentar el desarrollo de variedades propias que impulsen la competitividad de la industria local.
Un símbolo vivo de México
Más allá de su importancia económica, la Flor de Nochebuena representa un patrimonio cultural y biológico único para México. Su historia conecta tradiciones indígenas, prácticas coloniales y avances científicos contemporáneos. Cada planta cultivada en los invernaderos del mundo lleva consigo un fragmento de la riqueza natural y cultural mexicana.
La preservación de esta especie no solo asegura su futuro como ícono navideño, sino que también refuerza el compromiso con la biodiversidad y la herencia biocultural de México. La Nochebuena es, en esencia, un regalo de México al mundo.