Francisco J. Rosado May
fjrma@hotmail.com
Hoy tenemos una situación inédita en nuestro país. Por un lado, está la elección del presidente/a de Estados Unidos. Por otro lado, está la discusión en nuestra Suprema Corte donde se discutirá le legalidad constitucional de la reforma al poder judicial, especialmente en el tema de la elección de jueces y magistrados.
Esta entrega se hace antes de saber cualquiera de los dos casos antes mencionados, pero los temas de fondo sí pueden ser analizados.
Uno de los temas de mayor preocupación, aunque invisible, en las elecciones de Estados Unidos, es el uso y abuso de los fake news, o sea desinformación intencional. El 1 de mayo pasado The Economist publicó un artículo titulado “Disinformation is on the rise. How does it work?” En muchos países ha crecido este fenómeno que es foco de atención en investigación científica para entenderlo y encontrar formas de controlarlo. Un ejemplo es el artículo de Losifidis y Nicoli publicado en la revista International Communications Gazette el 10 de octubre, 2019 (DOI 10.1177/1748048519880729) que analiza la estrategia de Facebook, que incluye Instagram y Whatsapp para combatir la desinformación. Cinco años más tarde el problema no solo no se detuvo, se incrementó; las estrategias de control no fueron ni suficientes ni eficaces. Las teorías de complot son parte de las fake news, por ejemplo, la campaña de Trump recientemente insiste en que la elección ya está amañada, lo cual justifica los planes de acción de sus seguidores en caso de que no sea declarado ganador.
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Pero el problema no se resuelve ni aún perdiendo Trump. Las fake news son cada vez más y más usados en el mundo. Una preocupación real y sin respuesta actual es el perfil sico-cognitivo de las personas que creen, casi a pie juntillas, las fakenews. ¿Cómo llegamos a esos niveles? Pero aun, ¿cómo evitarlos cuando se observe que es precisamente por el perfil sico-cognitivo que apoyó y fortaleció las fake news, la causa de que no se alcancen niveles adecuados de desarrollo, ni personal ni nacional? Las políticas públicas, y su implementación, construidas sobre fake news, deben ser motivo de mucha preocupación. Imaginemos que los que diseñan ese tipo de políticas públicas no solo creen sino que generan fake news.
En el caso de la decisión de la Suprema Corte de Justicia en México, solo existen dos alternativas, o avala la reforma constitucional al poder judicial o la declara innconstitucional. Ese es su trabajo. Cualquiera de los dos escenarios tendrá grandes consecuencias para el desarrollo del país. Si la decisión se inclina hacia el primer caso, no es posible descartar una reacción negativa de los otros países con quienes México tiene tratados de libre comercio, y con los potenciales inversionistas extranjeros. Siendo México un país altamente dependiente del exterior, no hay seguridad de que solo con el mercado interno y la inversión interna podamos salir adelante. En el segundo caso, la decisión podría destituir al poder legislativo y al ejecutivo. ¿Cómo llegamos a esta situación? ¿Qué no tendremos verdaderos estadistas entre los más de 130 millones de mexicanos para atender retos complejos?
Y eso que hoy no es uno de esos martes 13. En la noche ya sabremos que nos depara el destino.
Punto y aparte. En una reunión de padres de familia de una escuela secundaria rural, convocados para la explicación del procedimiento de registro para la beca Rita Cetina, llamó la atención que como punto del orden del día, al final, los convocantes pidieron que se entone el Himno Nacional. Extraño, por decir lo menos.
Es cuanto.