Hugo Martoccia
Poco a poco ha comenzado a trascender en el mundo político la idea de que el marismo será, en el reparto de candidaturas, menos condescendiente en 2024 de lo que fue en 2022. En aquel año, Mara Lezama iba por la gubernatura y dejó varios espacios abiertos a la negociación. Pero para la próxima elección, el marismo llega con una posición mucho más sólida, porque, entre otras cosas, ya se ha fundido definitivamente como parte del morenismo y su jefa política es la jefa de todos.
Un ejemplo. En este mismo espacio se dijo unos meses antes de la elección de 2022 que Mara había decidido que la lista de candidaturas a diputaciones sería sólo para morenos. Y así fue, en todos los espacios que le correspondieron al partido.
Pero entre esos morenos había nombres como el de Mildred Ávila, que tenían no más de 4 años de lopezobradorismo, y otros casi totalmente desconocidos. En un partido con 10 años, 4 años puede ser un límite aceptado como la “prueba de ácido” para ser morenista. Entonces, para el año que viene, gran parte del marismo puro, o de sus aliados estratégicos, ya tendrán credenciales suficientes para sentirse lopezobradoristas indudables.
¿Cómo no considerar morenista a Jorge Sanen, que es regidor, preside el Consejo Político del partido y fue elegido por unanimidad?. Una candidatura es algo casi natural para alguien en esa posición.
Del mismo modo, se espera que las alcaldesas Yensuni Martínez y Mary Hernández quieran alguna candidatura para sus parejas David Hernández y Johana Acosta, respectivamente. ¿Cómo discutir el morenismo y los méritos partidarios de la presidenta estatal y el secretario de Organización del partido?.
Por eso, la idea es que la “columna vertebral” del poder marista esta vez asumirá más posiciones electorales, con el fin de darle a la gobernadora todos los espacios de la sucesión de 2027.
Nombres
Lo primero que hay que entender es qué incluye el marismo. No es sólo ese primer círculo de absoluta confianza de la gobernadora, donde aparecen nombres como el ya citado Jorge Sanen o Miguel Ángel Zenteno, sino también esas alianzas que se fueron forjando con el tiempo, por afinidad o necesidad, y que van desde nombres propios hasta acuerdos políticos.
Un ejemplo claro es el de Ana Paty Peralta. La relación de la gobernadora y la alcaldesa de Cancún fue muy tensa en algún momento, pero hoy pasa por su mejor momento. Mara tiene números constantes de encuestas que le dicen que Ana Paty es la única de su equipo con chances reales de ganar la elección en el municipio más importante del estado.
No en vano, en estos últimos días, al menos cinco actores políticos de los que operan en la calle recibieron llamadas del equipo de la alcaldesa o del círculo cercano de Mara para decirles que ya se sumen a la campaña de Ana Paty, porque es el momento de salir a fortalecer ese proyecto.
En el propio entorno político de la alcaldesa están algunos de los nombres que conforman el marismo puro o adicionado, todos con la posibilidad concreta de tener una candidatura al Congreso en el 24.
A los ya nombrados Sanen (ya hay quién lo ve como el próximo presidente del Congreso) y Zenteno, se suman Pablo Gutiérrez, Paola Moreno, Salvador Diego y Alejandro Luna, por ejemplo, o, en otro ámbito, el mismo Francisco “Paco” Carrillo.
Otros nombres que se ven muy cercanos a Mara están su gabinete, y podrían tener espacios electorales. Allí aparecen Erik Arcila, encargado del deporte estatal, al que la gobernadora tiene en alta consideración; Irazú Sarabia, de Obras Públicas, de quien Mara ha elogiado su eficiencia, y Jimena Lassa, quien encabeza nada más y nada menos que un tanque de política social como “Mujer es Poder”, el programa que rechazó Anahí González.
Al titular de Bienestar, Pablo Bustamante, se lo suma al grupo de los que pelearían por una candidatura federal. Allí están Anahí, Humberto Aldana, y está en el aire la posibilidad de reelección para Alberto Batún y Juan Carrillo.
A ese grupo, por supuesto, se debe sumar siempre a la presidenta del DIF, Verónica Lezama, que queda como una carta emergente para cualquier posición importante. Y luego habrá, por supuesto, espacios para los aliados.
Esta lista no es definitiva, pero el marismo transita por esos nombres. Hay también otros de menor repercusión mediática o de neto corte administrativo, que seguramente estarán siempre con ella en el Gobierno, pero difícilmente en el plano electoral.
Análisis y expectativas
La idea de fondo es que el marismo, ya como un proyecto amplio y consolidado, se quede con todas las posiciones electorales y de poder, fundido con el morenismo y haciendo válida la alianza con el Partido Verde y el PT (el alcance del acuerdo con este último partido es aún una incógnita).
Pero hay una vertiente de pensamiento diferente, que dice que no habría razón para que Mara cope el Congreso con gente propia, pero a su vez se quede sin funcionarios de valor en la administración. El gobierno necesita de mucha gente confiable, mientras la Legislatura se maneja con un par de figuras y nada más, dicen quienes piensan así.
Y ponen el ejemplo de la actual Legislatura. Mara acordó nombres con todos los sectores para armarla, y en algún momento se pensó que tendría una Legislatura inmanejable. Nada de eso ha sucedido. Sus aliados nunca le han votado una iniciativa en contra. Y es lógico: todos tienen sus propios intereses electorales, que están muy ligados a las decisiones de Mara.
El problema que tiene esa idea de no mandar a todo el marismo a competir electoralmente, es que luego, a la hora de mandarlos a pelear en las urnas, las cosas se complican porque son desconocidos más allá de su círculo social.
El caso de Anahí González es paradigmático. Cuando se la quiso instalar en el complejo escenario electoral de Cancún, se dieron cuenta que nunca había ganado una elección en el municipio. Había ganado, y con contundencia, una elección en el sur del estado. Pero en el norte es desconocida más allá de Morena. Por eso, el destino de Anahí sería el Senado, donde el lopezobradorismo se lleva en andas a quien esté en la boleta.
La idea de Mara es que sus candidatos salgan a la calle y ganen elecciones. Necesita tener cuadros formados y con fuerza electoral para contar con una amplia baraja a la hora de decidir la sucesión de 2027.
En ese punto, hay que sumar la lista de alcaldes que van a reelegirse, los que aún están en dudas, y quienes irán a pelear por Solidaridad e Isla Mujeres. Esa es la otra parte de esta historia. Pero requiere un tiempo de maduración y un espacio más amplio para ser explicada.
Lo que se juega Mara en 2024 es nada más y nada menos que su Gobierno y la sucesión. La titubeante campaña de las “corcholatas”, sobre todo las de los candidatos más fuertes, Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, y la irrupción en la escena electoral de Xóchitl Gálvez, ya han dejado en claro que no habrá nada parecido a una avalancha de votos morenos en 2024, y cada estado deberá resolver su propia elección.
Mara ya trabaja en eso.